El Viaje a la Vida












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Para continuar profundizando un poco más en la figura materna, en esta ocasión quisiera dar unas pinceladas respecto al vínculo tan intenso que se produce entre una madre y un hijo. Y cómo este lazo puede llegar a tornarse, con el tiempo, dañino y tóxico. Sobre todo, cuando ambas partes son incapaces de soltarse y dejarse ir en paz para continuar sus vidas en libertad.

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Es cierto que nuestro viaje a la vida comienza y tiene lugar en un cuerpo de mujer: nuestra madre.

Dentro de su cuerpo no nos faltó de nada. En él tuvimos la seguridad, contención, alimento, sostén y calor que precisábamos para desarrollarnos adecuadamente. Ella nos cuidó y proveyó de todo lo necesario para que saliésemos adelante.

Fue mediante su cuerpo de mujer y a través del canal del parto que se abrió, que nos facilitó el acceso a una nueva vida, fuera de su ser.

Esta vez independientes, aunque bajo su mirada y supervisión. 

Crecimos y maduramos pasando a desarrollar, más adelante, nuestro carácter y personalidad, dejando así de identificarnos tan fuertemente con ella.

Para crear nuestra propia identidad al margen de mamá, y descubrir quiénes somos realmente, necesitamos aprender cuanto antes a volar libres.

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Como apuntaba en un artículo anterior, “La madre. Al servicio de la vida“, hay que querer a mamá, respetarla, honrarla, agradecerle y ante todo, estar en paz con ella.

 

Llega un momento dado en la vida de toda persona, que es preciso cortar el hilo invisible del todavía cordón umbilical presente con su madre, y que cada vez oprime más cuerpo y alma del hijo.

La separación es dolorosa, tanto para el que deja ir como para el que se va. 

Ahí comienza el verdadero viaje a la vida, cuando saboreamos nuestra libertad.

Para ejercitar las alas. Poder ver el mundo con ojos propios. Dirigir el vuelo hacia el lugar deseado y descubrir en sitios remotos a nuevas personas que nos llenarán el alma, y nos acompañarán.

Para caer y levantarse, para equivocarse y aprender, y de ese modo, adquirir la propia sabiduría.

 

¡Qué complicada se hace a veces esa separación!

 ¡Un parto largo y tedioso!

Duele salir del vientre materno.

La mano que agarra con demasiada fuerza puede hacer más daño que otra cosa.

 

Y es veo a tantas mamás que son incapaces de abrir sus manos y dejar en libertad a su polluelo. Quieren disfrutar por más tiempo de la unión especial entre los dos. Quieren retenerlo. Quieren vivir en una fantasía. Sin darse cuenta de que precisamente privan a su hijo de desarrollar alas fuertes para volar alto, aunque sea lejos de ella.

Veo a muchas mamás que siguen dirigiendo la vida de sus hijos sin confiar en su talento y capacidad para resolver asuntos. Siempre con el miedo y con el querer facilitarles la vida. Sin dejarles hacer a su modo, sin apartarse a un lado de su camino para que decidan cuál quieren tomar. Madres que supervisan cada acto de la vida de su hijo y que queda justificado por el gran amor que le profesan.

Quizá el mayor acto de amor de una madre hacia su hijo sea devolverle la libertad. Dejarle volar. Confiar en la vida y en el proceso natural que se tenga que dar. Ya que, si no es así, si sacrifica a su hijo para tenerle a su lado, bajo su regazo, disfrutando de su compañía, lo convertirá en un ser débil, inseguro, complaciente e infeliz. Que cuando quiera emprender su vuelo, quizá sea tarde o no pueda. Y entonces tendrá que buscar más adelante, si ella ya no está en su vida, a alguien que le continúe sosteniendo entre sus brazos.

La misma madre, si ha madurado emocionalmente, tendría que ser capaz de abrir sus manos y lanzar hacia el mundo con sus mayores bendiciones, a su joven criatura. Sin dejar que se quede mirándola eternamente. Porque ahí no está la vida.  

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Y aquél ave que fue puesta en libertad, que pudo recorrer el mundo surcando tierras y mares. Que pudo ver y conocer por sí misma aquello que su alma tanto anhelaba. Que alcanzó sus metas a base de esfuerzo y empeño…, entonces sí, podrá regresar de nuevo rebosante de felicidad y gratitud hasta las amorosas manos que un día impulsaron su vuelo.


Que la luz y el amor guíen siempre tu camino 🙏

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